Iván Gutiérrez, ingeniero e investigador en TECNALIA: “Los NFT son incorruptibles. Si podemos aprovecharnos de tecnologías que cuentan con mecanismos criptográficos que aseguran que la información es inmutable, deberíamos hacerlo”.
El término Non Fungible Token (NFT) se puede traducir como ‘activo no fungible’ y se define como un activo único, que no se puede modificar y no puede tener un precio fijo, ya que no existen dos iguales. Se trata de activos digitales que, por lo general, no tienen correlación en el mundo físico. Según Iván Gutiérrez, ingeniero e investigador en TECNALIA, “un NFT es la representación de un elemento que no puede ser dividido, ni sustituido, algo así como un certificado de autenticidad que vive en una red blockchain”.
Es decir, los NFT se comportan como las obras de arte. Si, por ejemplo, alguien quisiera hacerse con La Gioconda de Leonardo da Vinci, solo obtendría la copia. El original quedaría en manos del propietario, ya que está protegido por unos derechos de explotación. Se trata de un activo digital que, aunque puede copiarse, únicamente es el original el que tiene valor.
Estos activos funcionan gracias a la tecnología blockchain o tecnología de registro descentralizado. En palabras de Gutiérrez, “los NFT conviven con otros tipos de información en los registros de las redes blockchain. De algún modo, son los primos de las famosas criptomonedas. Lo que las diferencia de los NFT es que están programadas para ser todas iguales, con un mismo valor, mientras que los NFT son irrepetibles».
Pero, ¿cómo funcionan y cuáles son sus principales aplicaciones? Gutiérrez explica que “poniéndonos técnicos, un NFT es creado y gestionado por un smart contract, un programa informático que se encarga de formalizar acuerdos en la era digital y que se ejecuta dentro de una red blockchain. Dentro del ámbito NFT, el smart contract gestiona quiénes son sus propietarios, cómo son transferidos, cómo evolucionan o dónde se encuentra el activo digital”. Al tokenizar un contenido digital (un meme, un archivo o un ebook, por ejemplo) a través de la tecnología blockchain y el smart contract, se crea un certificado digital de propiedad y autenticidad, indicando que el contenido es único y que los derechos de explotación los tiene la persona que lo ha adquirido, a pesar de que la propiedad intelectual siempre será de su autor. No obstante, un smart contract solo gestiona el NFT. En palabras de Gutiérrez, “eso solo significa que alguien ha indicado sus propiedades y cómo se comportará. A partir de ahí, son los usuarios los que lo controlan”.
El uso de los NFT está muy ligado al arte. De hecho, el primer NFT conocido fue la obra de arte digital ‘Quantum’ del artista Kevin McCoy creada en 2014 y transferida el año pasado por casi 1,5 millones de dólares. Según Gutiérrez, “los NFT pueden contar con diferentes propósitos. Lo más habitual es encontrarlos como coleccionables. También pueden ser valiosos en sistemas de reputación, para simbolizar la pertenencia o acceso, para representar garantías de origen o como parte de gemelos digitales. La sociedad siempre se las ha apañado para encontrar usos a la acreditación de propiedad sobre un elemento”.
Por otro lado, entre los beneficios de los NFT, Gutiérrez destaca los siguientes: “Los NFT son incorruptibles. Si podemos aprovecharnos de tecnologías que cuentan con mecanismos criptográficos que aseguran que la información es inmutable, deberíamos hacerlo. Actualmente, también cuenta con un gran escalón de entrada, y es que operar con criptomonedas no es lo más económico si queremos darle un uso regular y continuado”.
Algunas voces afirman que los NFT han venido para quedarse, aunque se trata de un fenómeno que aún tiene que desarrollarse muchísimo para que los usuarios tengan un conocimiento pleno de sus capacidades e integrarlo en nuestro día a día. Según Gutiérrez: “Los NFT solo son un mecanismo más dentro del ecosistema descentralizado. Ahora puede que la gente se centre en el hype que han sufrido o puede que no triunfen a largo plazo, pero lo que es evidente es que se está marcando un camino hacia nuevos conceptos de comunidad”.