La inteligencia agrícola de Greenfield: drones, cámaras térmicas y fincas californianas monitorizadas desde España

En su época de estudiante universitario, mientras se formaba como futuro hombre de negocios, Miguel Córdoba aprovechaba los veranos para ayudar a su padre en el campo y ganar algo de dinero extra. Hoy la agricultura vuelve a ser el centro de su actividad a través de Greenfiel Technologies, la empresa de la que es CEO y que, como explicaba esta mañana en el escenario de Banco Santander dentro de DES ‘España PYME Digital’, pretende llevar a otros niveles la información agronómica mediante la generación de valor que permite la agricultura de precisión.

Córdoba considera que lo importante de la tecnología es que esté bien orientada y hacer un uso racional de la misma. Así es como, por ejemplo, han conseguido obtener información individualizada de cada árbol en un campo de naranjos y detectar los que están recibiendo el agua que necesitan y los que no. “El agricultor ya sabe que si un árbol no está bien regado es porque el agua no le llega con la suficiente presión, pero nosotros le ayudamos a actuar con rapidez y de manera eficiente”. Lo hacen con drones y cámaras térmicas que miden la temperatura de cada naranjo y producen un ‘mapa’ de árboles rojos y azules para saber dónde urge intervenir.

Con los pies en la tierra, Cördoba recuerda que “hay que tener en cuenta que los campos no son alfombras uniformes” y que “no podemos tratar igual un suelo pobre que otro más productivo”. Hoy existe maquinaria dotada de sistemas que permiten la dosificación variable, “por ejemplo a la hora de distribuir semillas, una máquina de sembrar sabe por la geolocalización, dónde actuar de un modo u otro. Eso es agricultura de precisión”. Greenfield le dice al agricultor qué capacidad productiva tiene su suelo, un factor primordial si tenemos en cuenta que en sólo 20 metros hay diferencias amplias, por ejemplo en retención de agua. “Hasta ahora se ha optado por el regadío uniforme en toda la finca, algo que ya no tiene sentido”.

La empresa es capaz de extraer información “de cada pixel de un terreno” y detallar su grado de desarrollo vegetativo, la temperatura o cómo hace la fotosíntesis. “Si acotamos esos datos –que convierten en valiosos gracias a imágenes vía satélite y a la inteligencia artificial de Watson (IBM)– predecimos cómo los cambios climatológicos afectarán a la producción con un grado de exactitud por encima del 99%. Ahora podemos avanzarle al agricultor no sólo cuántos kilos va a producir, sino cuál es el momento idóneo para su recogida. Eso es ahorro”. Una tecnología también valiosa para las fábricas, que ya pueden saber con antelación cuántos kilos va a recibir cada día de qué finca vienen. “Hemos sustituido la intuición por la planificación”, añade Córdoba.

Entre otros casos de éxito mencionados por el CEO de Greenfield se encuentran las fincas californianas que monitorizan  desde España para Kraft Heinz, uno de los grandes productores de tomate procesado del mundo o el control de las 13.000 hectáreas de olivar de elaia (empresa del Grupo Sovena, interproveedor de Mercadona), donde con dos meses de antelación la tecnología permite conocer cuántas aceitunas hay en cada zona de la finca y qué porcentaje de aceite se extraerá de cada kilo. “De nuevo es importante el momento, porque les decimos cuándo la aceituna tiene la madurez óptima para producir más aceite(cuando de cada kilo se logra un 17% de aceite). El incremento medio de aceite en cada kilo que hemos obtenido ronda el 8%”.

Miguel Córdoba es optimista con lo que viene. “Queda mucho, pero por delante hay también grandes oportunidades. Cada vez hay mayor concienciación de la necesaria aplicación de la tecnología en agricultura”.

Artículo publicado en innovaspain.com

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